Categoría: Sociedad

Vuelve el Día de Internet


De nuevo se acerca el día 17 de mayo y los eventos se multiplican en esta celebración internáutica. En la página oficial tienes acceso a todos ellos, así como a noticias, concursos e iniciativas que se llevan a cabo, como las visitas virtuales que podrás hacer a diferentes universidades, infórmate aquí si te interesa.
Os regalamos además un par de vídeos, es buen momento para volver a verlos o hacerlo por primera vez:

Sobre el velo islámico en las aulas

Hace un par de días que Matías, desde su blog, ha abierto en su clase una discusión sobre el velo islámico en las aulas. Mucho se ha escrito (y hablado) sobre la cuestión, pero me parece que no resulta impertinente trasladar aquí la opinión de un ensayista como Vicente Verdú, dotado, aunque no siempre de claridad expresiva (¿verdad, Antonio?), de gran lucidez:

El velo

Rehúyo instintivamente meterme en los asuntos que despiertan una voracidad opinativa desaforada y general pero el caso de aceptar o prohibir el velo ( el hyjab islámico) en las escuelas públicas, como en el actual conflicto de Pozuelo (Madrid) me impulsa a declarar que mi mundo no es de este reino. Toda la argumentación sobre la neutralidad de la escuela laica no es más que un fanatismo de la llamada neutralidad. La verdadera neutralidad sería la no intervención en los hábitos y creencias de cada uno. Choca que mientras los alumnos convivan entre sí cordialmente, más allá de las adscripciones religiosas particulares, venga la autoridad a señalar que todos somos iguales y, en consecuencia, sobran los signos de identidad. ¿Una escuela sin identidades? ¿Unos alumnos sin particularidad? Sólo la ofuscada idea de la Ilustración, cuantificando, normalizando, homogeneizando en aras de la razón puede llevar, en su colmo, a esta sinrazón. A este anacronismo de la negación de las diferencias y a esta represión de los sentimientos como un subproducto de la personalidad. ¿En qué tiempo estamos? ¿En qué apolillado cerebro se atora la autoridad oficial?

De recomendable lectura sobre la misma cuestión, me parece también el editorial (El ‘hiyab’ de la discordia) de El País.

Aquellos convulsos años: 1930-1940

Con este título comenzarán el próximo viernes las actividades alrededor del «periodo que abarca la Segunda República y la Guerra Civil», organizadas por el Departamento de Geografía e Historia. Como podréis ver en el blog del mismo, una exposición de variados contenidos y dos conferencias servirán para  trabajar este tema, principalmente con el alumnado de Bachillerato («aunque no exclusivamente»).

Más información en el blog del Dpto. de Geografía e Historia.

Pep y la generación transmedia

Centros TIC, escuelas 2.0… intentos de acercamiento al siglo XXI desde épocas remotas con escaso éxito. Os invitamos a conocer a Pep, «13 años, vive en Tarragona y estudia 2º ESO. Por las tardes hace teatro. Le gustan mucho los dinosaurios, los videojuegos y ver vídeos en Youtube … Desde pequeño ha mostrado curiosidad con cualquier cacharro audiovisual que pasara por sus manos y con todos ellos ha hecho lo que mejor saben hacer los de su generación: jugar»

Le podemos ver en este vídeo que aparece en la entrada que  Felipe G. Gil le dedica en EMBED.AT con el título Generación transmedia, que os aconsejo a quienes se interesen en atisbar algunos posibles caminos.


Conocido gracias a Educ@conTIC

De nuevo sobre la autoridad del docente


Fernando Savater publicó ayer en El País un artículo de opinión sobre la recientemente debatida cuestión del  docente como autoridad pública. Como es habitual en sus colaboraciones periodísticas, aporta argumentos para enriquecer el debate:

Muchos de los que se oponen a conceder a los docentes estatuto de autoridad pública (casi siempre porque la propuesta proviene de fuera de su clan) sentencian que «la autoridad no es algo que pueda conferirse por decreto sino que hay que ganársela». Y se quedan muy orondos después de proferir lo que en la mayoría de los casos es una obviedad y, en el que nos ocupa, también una sandez. Sin duda la auctoritas del maestro -o sea, el espontáneo respeto y casi veneración a su figura y a su magisterio- es cosa que algunos conquistan merced a sus dotes personales: habilidad para comunicar, simpatía, equidad, etc… En una palabra, carisma: algo que no siempre dan la experiencia ni la buena voluntad. Estupendo para quien lo posee y para los afortunados que han disfrutado de profesores así.

Y esos argumentos los acompaña de observaciones sobre la visión que de la educación ofrecen, a menudo, las series de televisión. A lo que une, para finalizar, la evocación de un exemplum: la decisiva influencia que el profesor Germain ejerció sobre la formación de una personalidad tan fascinante como la de Albert Camus.

Escolarización obligatoria hasta los 18 años

A partir de unas declaraciones del ministro de Educación, Ángel Gabilondo, en las que advertía que se debería reflexionar sobre la posibilidad de elevar la edad de escolarización obligatoria hasta los 18 años, han comenzado en el ámbito educativo a escucharse voces favorables y contrarias a esta medida.

Matías me recordó ayer que se había publicado hace unos días un reportaje de J.A. Aunión en El País sobre esta cuestión que puede ser un buen punto de partida para la discusión. Extraigo algunos párrafos:

La cohesión social, la igualdad de oportunidades y la justicia han sido los motores clásicos para intentar que cada persona, cada joven estudie lo máximo posible. A este argumento se le fue uniendo otro que apela más a la rentabilidad colectiva: el crecimiento económico en la sociedad del conocimiento requiere una población cada vez más formada.

Esta idea es para algunos una auténtica locura por inviable, ineficaz y contraproducente. Obligar a permanecer en las aulas a jóvenes de 16 y 17 años que no quieren estar en ellas provocaría graves problemas en las aulas y ni siquiera sería beneficioso para ellos, opinan expertos como el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid Julio Carabaña.

El profesor de la Universidad de Toronto Philip Oreopoulos se plantea esa duda en un reciente estudio.[…]Oreopoulos calculó en su trabajo que un año más de escolarización obligatoria aumenta de media un 10% la riqueza que obtendrá una persona a lo largo de su vida, que las tasas de abandono escolar caerán un 1,4% y las de matriculación en la escolarización posobligatoria subirán un 1,5%.

Pero, por beneficioso que pueda ser, la cuestión sigue tocando temas muy delicados de libertad individual. «¿Hasta qué punto tiene la sociedad derecho a obligar a una persona a permanecer escolarizada hasta los 18 años?[…]»

Lo que sí dijo el ministro es que no se podría hacer de un día para otro y que el sistema educativo tendría que ser mucho más flexible de lo que es ahora, dando a los alumnos diferentes opciones de estudio y escolarización, algo en lo que coincide el trabajo de Oreopoulos. El profesor de Toronto pone el ejemplo de la provincia de Ontario (Canadá), donde el aumento de la escolarización hasta los 18 se acompañó de un aumento de los programas de FP y de oportunidades de aprobar créditos como aprendices en trabajos o tomando cursos en la universidad. Precisamente, el tiempo parcial es lo que imponen, como mínimo, entre los 16 y los 18 en Alemania, Bélgica y Polonia. En EE UU, la mayoría de los Estados que han subido la edad obligatoria contemplan la posibilidad de eximir a los jóvenes de 16 y 17 años que cuenten con el permiso familiar para dejar los estudios.

Raventós dice que España «no se puede permitir el lujo» de tener un 31% de abandono escolar temprano.[…]También recuerda el gran retraso educativo que se produjo en España por el franquismo. Cuando se empezó a hablar en serio de obligatoriedad hasta los 18 años en Europa, a finales de los ochenta, España todavía tenía el tope en los 14 y poco después, en los noventa, fue cuando se aumentó a los 16. «Pero en la medida que vamos rezagados, debemos hacer unos esfuerzos extra, y no los estamos haciendo», dice.

Los Sindicatos de Trabajadores de la Enseñanza (STES) también se refieren a ese retraso, pero al contrario que Raventós, sostienen que el sistema aún no se ha llegado a recuperar del todo del aumento de escolarización hasta los 16, por lo que sugiere hacer las cosas al revés, es decir, mejorar primero lo que ya hay, reduciendo ese gran fracaso escolar, y empezar a hablar de aumentar la edad obligatoria. No sería lo mismo obligar a seguir dos años a un 31% de chavales que potencialmente preferirían estar en otro lado, que a un 15%, que es la media de abandono en la UE.