Con un Salón de Actos casi repleto de jóvenes de 1º de Bachillerato y Ciclos de Informática, acompañados por su respectivo profesorado, Rafael del Castillo ha presentado este martes, 25 de febrero, a Antonio Manuel Rodríguez Ramos -pensador, activista andaluz, conferenciante, profesor de Derecho Civil de la UCO y un largo etcétera de inquietudes más-, dentro de las actividades que venimos desarrollando en nuestro instituto con motivo del Día de Andalucía.
Y hasta ahí la formalidad de mi crónica. Ahora quiero que sean el sentimiento y la emoción, términos a los que continuamente nos invitaba Antonio Manuel, con su fluido y pasional verbo, quienes continúen.
Nuestro alumnado y, en general, casi ningún auditorio actual está acostumbrado a escuchar un discurso tan plagado de novedad y convicción; un discurso tan rico en gestos, tonalidades, cercanía. Y tan verdadero que nadie puede permanecer indiferente.
Antonio Manuel nos instaba, desde el principio, a sentirnos orgullosos de ser andaluces y a mantener viva la memoria de ello, por encima de las falacias que la historia pueda encargarse de construir (o deconstruir). Y esa orgullosa memoria, de la que todos formamos parte, la ha ejemplificado con un monumento universal, andaluz y cordobés, que ahora mismo corre el peligro de ser falseada para la historia: LA MEZQUITA DE CÓRDOBA.
Esa dicotomía “memoria vs historia” podéis leerla y reflexionarla con más detenimiento en este enlace. http://www.secretolivo.com/index.php/2013/04/25/informe-mezquita/
Yo sólo querría haber reflejado, de lejos, en estas apresuradas líneas, el intenso y emotivo clima de este ceniciento día pre-andaluz.
Se ha despedido Antonio Manuel, disculpándose por la rapidez con que ha expuesto todo su arsenal histórico-jurídico-emotivo, declarando su creencia en la ciudadanía y especialmente en la juventud, que lo escuchaba en respetuoso silencio, e invitando a defender con energía y rapidez el Patrimonio de la Humanidad, concedido por la Unesco a la Mezquita de Córdoba, en 1984.
Desde estas líneas le damos las gracias por tratar de insuflar un aliento primaveral y vital en nuestros jóvenes, por hacerles partícipes del patrimonio cultural de nuestra memoria andaluza.
Carmen Jurado Gómez