Para la mañana del miércoles, 26 de febrero, teníamos prevista una conferencia-charla sobre flamenco de Agustín Gómez, presentado por Miguel Osuna, destinada a los cuartos de la ESO y a cursos de Cocina, acompañados de sus profesores, en el salón de actos.
Abrió el acto nuestro director, José Antonio Ortiz, para quien “era un gran lujo y un gran honor para el Gran Capitán contar con tan queridas figuras”.
El duende del flamenco quiso que viviéramos un momento histórico, puesto que unas horas antes saltaba la noticia del fallecimiento del gran guitarrista Paco de Lucía, a quien tributamos un minuto de silencio, a petición de Miguel, en señal de respeto y de homenaje a su labor artística y personal.
La charla de Agustín, siempre tan concienzudamente preparada, se vio alterada para hacer un hueco inicial a la memoria del maestro universal de Algeciras. Nos mostró unas imágenes de Paco de Lucía, en las que destacaba su mano izquierda en primerísimo primer plano sobre el mástil de la guitarra, “cual garra flamenca”.
Tras esta soberbia entrada, Agustín nos guio por la interioridad del cante flamenco y sus orígenes, con una claridad didáctica como sólo él es capaz de lograr.
Aludió el maestro, en repetidas ocasiones, al ciclo de la vida, para explicar las fases artísticas y, en especial, del arte flamenco: inicio, esplendor y decadencia. Esos tres momentos los percibimos, no sólo en la evolución teórica del cante, sino también en los codiciadísimos documentos sonoros con que nos obsequió. Especialmente los jóvenes escucharon, quizás por primera vez, quejíos primigenios. Y lo valoraron enormemente.
Ese “eterno retorno” nietzscheano forma parte de la evolución humana; nunca es una valoración negativa de su estadio final. Esa mañana fue un indicio más de la decadencia actual del flamenco, al decir de Agustín, con la pérdida de Paco de Lucía. Señal de que el flamenco seguirá hibernando hasta florecer de nuevo en una próxima y esperanzadora primavera, como el olmo machadiano.
Con Agustín disfrutamos de más de noventa minutos de aprendizaje placentero, que es el secreto de los clásicos. Consiguió que el auditorio levitara con su voz, su improvisado cante y su material didáctico, ofrecido con la naturalidad y entrega que le caracterizan desde sus comienzos radiofónicos, hace ya más de cincuenta años. Al final, el público agradeció con un largo aplauso la generosidad del maestro Agustín Gómez.
Carmen Jurado
Actividades como esta sí contribuyen a celebrar el Día de Andalucía y a inculcar los valores de nuestra tierra en el alumnado. Felicidades al DACE y Vicedirección, y sobre todo al conferenciante, Agustín Gómez, a quien siempre es un placer escuchar, por ese mezcla de sencillez y sabiduría, tan difícil de alcanzar. Nosotros, los enseñantes, lo sabemos.