El primer día lo pasamos en el autobús menos unas cuantas horas en las que estuvimos visitando Zaragoza. Al llegar al hotel nos sorprendimos ya que todos nos esperábamos peores habitaciones, empezamos a dejar cada uno sus maletas en las habitaciones y fuimos a recoger el material de esquí. La cena, la verdad, ya nos habían avisado de que no nos iba a gustar pero también creo que estamos acostumbrados a una comida demasiado buena. La primera noche dudo mucho que algún grupo durmiera.
A partir del primer día todos eran parecidos: nos levantábamos e íbamos a desayunar, el desayuno si estaba más o menos mejor que las comidas y las cenas. Después, cogíamos el autocar que nos llevaba hasta la estación de esquí donde teníamos una hora y media para esquiar por nuestra cuenta y después dos horas con los monitores. Llegaba la hora de comer y todos teníamos que dar las gracias a las personas que trabajaban en el comedor para poder conseguir una barrita de Nesquik. Por la tarde seguíamos esquiando hasta que cerraban las pistas y nos íbamos. Nos dejaban tiempo para arreglarnos para la cena y después para la discoteca.
El último día, nadie se quería ir. Pasamos todo o casi todo el viaje del autocar durmiendo hasta que llegamos a la Warner y nos dejaron todo el día dentro hasta la hora de irnos.
Una experiencia muy interesante, ya que es otra forma de convivir con nuestros compañeros y profesores a la vez que hacemos deporte y aprendemos algo diferente a los deportes de siempre.
(remitido por el Departamento de Educación Física)