Almuerzo lorquiano

PALABRAS PARA EL ALMUERZO LORQUIANO

Queridos compañeros y compañeras, amigos todos:

Bienvenidos a este almuerzo, incluido dentro del Homenaje a Federico García Lorca, en el setenta y cinco aniversario de su fusilamiento. Y como era previsible, también la comida hermana a los componentes de un centro educativo en el que se cocina, a fuego lento (tarea no siempre fácil), ESO, Bachillerato y Ciclos Formativos, entre los cuales contamos con los de Gastronomía y Restauración, y que ofrece como resultado final un menú académico “sui generis”. Pues bien, son nuestros compañeros de estos ciclos quienes hoy nos deleitan con su elaboración lorquiana y hacen extensivo ese hermanamiento, al que antes me refería, a todos los comensales presentes.

En esta ocasión, que ocupa casi el ecuador de la efeméride lorquiana en el “Gran Capitán”, el motivo poético abordado es el viaje americano que Lorca realizó entre 1929 y 1930; primero a Nueva York y luego a La Habana. El libro en el que se basa la propuesta gastronómica es Poeta en Nueva York.

Os agradezco especialmente que estéis esta tarde aquí, en un momento de pre-puente muy especial, que es tiempo tan propicio para los viajes docentes. Y éste es especial por las serias dudas de si volveremos a disfrutar de otro en próximos cursos o si también los puentes entrarán en el capítulo de “recortes” o “retallades”, que parece que queda más eufemístico pronunciado en catalán, pero con idéntico pesimista resultado.

En cualquier caso, como lo de viajar nos viene un tanto largo y a trasmano en estos momentos de crisis económica (y de tantos otros adjetivos que no vienen al caso), hemos preferido traer Nueva York y La Habana a Fátima y disfrutarlo y compartirlo con todos vosotros.

Nuestros  artistas culinarios, Alfonso y Raúl, y viceversa, se han encargado de imaginar un menú “variopinto, de ida y vuelta”,  que “no surrealista”, para que, por una sola vez (que podría servir de precedente), de manos de Lorca y de las suyas, Nueva York y La Habana puedan compartir mesa y mantel.

En fin, queridos todos, ¡qué importante es seguir manteniendo la ilusión, la creatividad, el compañerismo y las energías positivas! Y creo que todos los que estamos aquí hicimos esa apuesta hace tiempo. Buena prueba es el viaje imaginario en el que estamos inmersos, sin haber abandonado la silla en que nos sentamos al inicio del almuerzo.

Para que continuemos, al menos, con la alegría por disfrutar de los pequeños detalles y de las buenas compañías, que era lo que Federico promovía en sus reuniones, levanto mi copa y pido que brindéis conmigo:

¡Por Lorca y por todos nosotros!

 Carmen Jurado

 Almuerzo lorquiano

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