Esperábamos con interés esta segunda charla de Antonio Manuel Rodríguez, después de la buena impresión que nos había causado a todos su disertación, de hace unas semanas, sobre la huella andalusí. Y la verdad es que no defraudó las expectativas, pues, con el estilo directo y espontáneo, que le caracteriza, unido a la pasión que pone en sus palabras, de nuevo, caló hondo en nuestros alumnos de 2º de Bachillerato.
La presentación corrió a cargo de Juan Ribera, quien, primero, situó la charla, entre las actividades que se están organizando en el IES Gran Capitán, con motivo del 125 aniversario del nacimiento de Blas Infante y, a continuación, nos proporcionó algunos datos sobre el conferenciante: profesor de Derecho de la Universidad de Córdoba; colaborador habitual del periódico El Día; y autor de varios libros, entre los que se encuentra “Blas Infante. Andalucía. Teoría y fundamento político”.
Antonio Manuel comenzó recordando que, ni en su infancia ni en su adolescencia, durante el periodo escolar, nadie le había hablado de Blas Infante, porque no figuraba en los currículos oficiales.
Para conectar con el alumnado, les lanzó una serie de preguntas, mientras se movía por el pasillo central del SUM:
¿Qué es Andalucía? ¿Qué es ser andaluz? ¿Por qué hablamos como hablamos?
Las respuestas de los alumnos le llevaron a hablar de los orígenes de nuestra tierra y del flamenco, una manifestación cultural, que nos caracteriza e identifica como nación. Pero este último concepto no lo entiende Blas Infante como excluyente sino como integrador; pues no se trata de marginar o rechazar a los que no son como nosotros sino de compartir en la diferencia.
España, en esta línea de pensamiento, es una unidad política, que consta de varias unidades culturales, entre las que se encuentra Andalucía; porque es el criterio cultural el que le parece más seguro y humano para definir a nuestra tierra. Las culturas no son superiores o inferiores unas a otras, como pueden serlo las naciones, sino diferentes.
Insistió, una y otra vez, en la actualidad de las ideas de Blas Infante, que aboga por un respeto a la diversidad y a la diferencia, frente a la tendencia homogeneizadora del mundo globalizado en el que vivimos.
Los comentarios de los alumnos, cuando concluyó su exposición, fueron: para otras cosas que no nos motivan siempre hay tiempo; en cambio, para actividades, como esta, que verdaderamente nos interesan, falta tiempo.
Parece claro que Antonio Manuel Rodríguez consiguió el objetivo, que se había propuesto, de remover las conciencias de los alumnos para que reflexionaran sobre la historia de Andalucía y su cultura -que está en su propia memoria y en la de sus familias-, de tal modo que se sientan orgullosos de lo que les hace diferentes.
Matías Regodón