También Joaquín Cuéllar se nos va, tras muchos años por las aulas de diferentes colegios, como alumno y como profesor. Así nos recuerda sus primeros pasos como alumno por las escuelas de los cincuenta:
- «…mis años en el colegio como alumno, los recuerdos son muchos y felices; aunque fueron años difíciles, los años cincuenta… Recuerdo que íbamos con un jarro de latón para tomar a media mañana leche en polvo, que por rotación hacían los mismos alumnos; a mí me tocó colaborar alguna que otra vez en la fabricación de aquel líquido blanco. Por la tarde, tocaba un trozo de pan con una ración de queso de color amarillo tocino rancio “Made in Yanki”. Menos mal que en casa de cada cual te reforzaban dicho refrigerio con un trozo de pan con una “jícara” de chocolate, que por la textura terrosa debía estar compuesto con harina de algarroba y alguna otra sustancia que era mejor ignorar…
Mis primeros años de edad, hasta los diez más o menos, transcurrieron en unidades escolares unitarias. Me tocaron maestros que zurraban de lo lindo. Eran “maestros” en la utilización de la regla, lo malo era que no la utilizaban para dibujar. Hubo uno que era una filigrana en el manejo de la regla, llegó a tal dominio de la misma que la utilizaba hasta de canto… El resultado ya es de imaginar, los tomates maduros y reventones se pueden comparar con las manos de algunos de los desdichados, que por traviesos tuvieron la mala suerte de experimentar la habilidad del maestro con la regla. Algunos repetían como adictos, incluso si en el día recibían más de un castigo, el maestro hablaba con sus padres y no se lo que era peor, si la regla o el cinturón de los pantalones paternos, pero en casi todos lo casos primero probaban la zapatilla de la madre. Yo era de los más pequeños y me escapaba casi siempre de los castigos corporales.
Después empecé a estudiar bachiller elemental en una academia de mi pueblo, pues no había instituto de enseñanzas medias, iba a examinarme por libre a Lorca; así hice Cuarto y Reválida. Bachiller superior y Preu los cursé en el mismo Centro, pero ya con matrícula oficial y en una pensión, La Pensión Almanzora que ya no existe…»
Nos conocemos desde la ya lejana Universidad Laboral, que él llegó a conocer cuando realmente podía llamarse así:
- «… hice magisterio en Almería y empecé a trabajar como Educador en su Universidad Laboral, en el curso 1974/75. De allí guardo buenos recuerdos y buenos amigos/as. Fueron años de trabajo intenso, pues nuestra jornada era de siete horas en jornada intensiva, teníamos que comer en el Centro. En el año 78 saqué las oposiciones a Educador y me trasladaron a Córdoba. Me vine con intención de volver a Almería, pero nos gustó tanto esta tierra que aun estamos en ella.
En la Universidad Laboral de Almería, además de las siete horas como Educador, impartía tres horas diarias en el PPO (así se llamaba la enseñanza de adultos, Promoción Profesional Obrera), ya que las Universidades Laborales dependían del Ministerio de Trabajo. Esas clases las estuve impartiendo durante los cursos que estuve en Almería. Los alumnos/as eran casi todos/as agricultores/as de la zona, mayores de 20 años y en dos grupos de unos veinticinco, muy motivados para la obtención del Graduado Escolar. Fueron unos años profesionalmente intensos y económicamente rentables.
Ya, en la Universidad Laboral de Córdoba, mi labor como Educador era de lo más gratificante. El alumnado interno tenía un comportamiento ejemplar, no recuerdo casos de indisciplina importantes. Posteriormente, las Universidades Laborales pasaron a integrarse en el Ministerio de Educación (año 1980) y a partir de ahí, se redujeron los presupuestos, los internados empezaron a disminuir y en 1989 se dividieron en los dos centros que conocemos, El Alhaken II y el Gran Capitán más un Centro residencial…»
Entonces realmente, allá por el año 91, conocimos a Joaquín quienes llevamos más tiempo en el centro, cuando comenzó a impartir clases de Instrumentales, en una modalidad de enseñanza compensatoria llamada Aula Ocupacional, con alumnado del primer ciclo de Formación Profesional.
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» … ya en el curso 1995/96 se implantaron los Programas de Garantía Social (PGS). Programas de Educación Especial y Programas Ordinarios. Los Programas de Educación Especial, como su nombre indica, iban destinados a alumnos/as con necesidades educativas especiales. Los Ordinarios eran alumnos/as de fracaso escolar, inicialmente no diferían mucho de las Aulas Ocupacionales. Más tarde se unificaron (Curso 2000/2001) en sólo Programas Ordinarios, que podían integrar alumnos con necesidades especiales. Estos Cursos han estado funcionando hasta este año, a partir del próximo se implantarán los PCPI. Por suerte o por suerte ya no estaré para experimentarlos. La verdad es que tanto en las Aulas Ocupacionales como en los Programas de Garantía Social, mis experiencias han sido totalmente positivas y gratificantes, sobre todo con el alumnado de Educación Especial, de los que guardo y guardaré un grato recuerdo. Asimismo, echaré de menos a los compañeros/as con quienes he compartido más directamente este alumnado. Un recuerdo especial a José Luis Cabrera, que no quiso esperarme para jubilarnos juntos y con el que tantas horas agradables compartí…»
Venía de tener experiencia en cargos directivos en la antigua «Laboral», ya que los seglares sustituyeron a los frailes en estos puestos cuando éstos dejaron la institución. Con nosotros también ocupó durante cinco cursos distintas jefaturas de estudios. Siempre recordaremos su forma de trabajar tranquila y eficiente. Así recuerda él aquellos tiempos:
- « … en nuestro centro, estuve dos años como Jefe de Estudios de FP y tres años como Jefe de Estudios Adjunto. Fueron años duros. Lo que peor recuerdo son los horarios a base de fichas de colores. Tardábamos cinco o seis días en hacerlos y parte de octubre para mejorarlos. Menos mal que el compañero de informática, Rafael del Castillo, hizo un programa que quitaba un montón de trabajo, pues detectaba los choques, almacenaba los datos e imprimía el horario de cada profesor/ra y de cada grupo… Era una pasada. Ya en el Curso 99/2000 se empezó a utilizar un programa que elaboraba los horarios completamente; yo ya no estaba en Jefatura de Estudios… Todo ese trabajo lo compartí con compañeros extraordinarios: primero, con Rafael Ruiz como Director, Sebastián Ballesteros de Secretario, José Antonio Ortiz de Vicedirector, Cristóbal, Mamen, Ana Fernández; después con Sebastián de Director, María Ropero de Secretaria, Carmen Rojas y José Angel y, en Jefatura de Estudios, José Manuel Zamora, José Luis Cabrera. A todos ellos un entrañable recuerdo…»
Como muchos de los que nos dedicamos a esto, tampoco para él fue la enseñanza una vocación temprana y clara, y lo que nos dice sobre ello podríamos ratificarlo en nuestro caso :
- «…la verdad es que la docencia no era la profesión que entraba en mis cálculos. De hecho estuve matriculado en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, pero por circunstancias que no vienen al caso lo dejé y hice Magisterio en Almería. Hoy no me arrepiento de haberme dedicado a la enseñanza, es más, si tuviera que volver a empezar sería maestro nuevamente. Dejo la enseñanza con tristeza por dos razones: la primera es que me gusta y la segunda es que tengo sesenta años y quisiera tener menos…»
También nos entristecemos nosotros, egoístas, que quisiéramos seguir contando con Joaquín por nuestros pasillos, para disfrutar de su compañía y seguir aprendiendo de él…
- «… pero también dejo la enseñanza con alegría por dos razones: la primera es lo difícil que resulta conectar con los alumnos y la frustración que se siente, como enseñante, al no poder alcanzar los objetivos; la segunda es disponer de más tiempo de ocio para dedicarme de lleno a otras cosas.»
Y nosotros que nos alegramos por tí, Joaquín, y también porque nos seguiremos viendo, en nuestros lugares comunes, por las callejas y plazas de Córdoba, por donde el flamenco pellizque, o por los senderos de la sierra…