Andrés Salor y María Isabel Baena (2º de ESO) nos hablan de nuestro compañero y maestro José Díaz Ballesteros cuando su jubilación se acerca:
Tras mas de 30 años de clase, 38 en total, el profesor José Díaz, que da clases de Francés, se marcha del instituto, para disfrutar de un merecido descanso después de tantos años de trabajo. El profesor ha decidido contarnos sus experiencias en esta entrevista. Para nosotros ha sido, sin duda, un buen profesor, aunque algo severo. Tenemos que decir que un profesor es siempre un profesor, y por muy simpático que haya llegado a ser, siempre nos ha sabido reñir, como no, y ponernos en nuestro lugar. Gracias D. José.
– Nos podría contar algún recuerdo de sus primeros años en el colegio
– Cuando vuelvo la vista atrás, cosa a la que por razones obvias no soy muy dado, lo primero que viene a mi memoria, es la inmensa fila de carros que desfilaba por delante de mi casa, una travesía cerca de un molino de trigo, esperando su ración diaria de 400 gramos de harina, que es lo que se otorgaba a cada padre de familia con las cartillas de racionamiento de la época.
De mis primeros tiempos como alumno de colegio, recuerdo que me apuntaron con 6 años y tenía el número 63 de la lista. También recuerdo que el profesor tenía una gran correa encima de la mesa con la que pegaba grandes palizas a los niños. Estuvo pocos meses, y después,sólo conservo buenos recuerdos de mis profesores. Como dato curioso, nunca, antes de la Universidad, tuve profesoras.
Mi primera experiencia como educador se desarrolló en unas colonias (campamentos) de verano en Ronda (Málaga). Eran sólo para hijos de empleados de la entonces Caja de Ahorros de Ronda, integrada después en Unicaja. Lo que hoy diríamos un colegio de niños «pijos». La experiencia no fue muy positiva para mí y supongo que tampoco para ellos.
– ¿Cuántos años lleva dedicado a la enseñanza?
– Comencé el 1 de Septiembre de 1970. Así que es fácil deducir que al finalizar este curso culminaré 38 años en la enseñanza.
– ¿Cuántos alumnos ha tenido aproximadamente?
– Excepto dos o tres años, siempre he trabajado en lo que antes se llamaba la Segunda Etapa (EGB) y ahora Secundaria. Esto hace que vayas rotando cada día por varios grupos de alumnos. Haciendo un cálculo muy global, considerando una media de cien por curso, supongo que habré podido tener contacto con unos 3.800 alumnos y alumnas.
– ¿Ha habido etapas más duras que otras?
– Evidentemente sí, pero todas vividas con entusiasmo y hasta apasionamiento. Las instalaciones eran bastante deficientes; en alguna ocasión, sobre todo en pueblos, tuve que actuar de fontanero, persianero y hasta bombero.
También se recuerdan situaciones especialmente tensas. Por ejemplo, recién estrenada la democracia, pero todavía con el recuerdo de la época anterior, en un colegio en la sierra sur de Sevilla, hicimos un huelga para que pusieran algún sistema de calefacción en las clases porque el frío era casi insoportable. Pues bien, todos los días venía un guardia civil al colegio y nos iba tomando los datos a cada uno. Esto en aquella época todavía impresionaba por las posibles consecuencias.
– ¿Qué le hubiese gustado ser de no ser maestro?
– Creo que si la historia se repitiera volvería a ser maestro. Pero recuerdo que cuando era muy pequeño, ante la típica pregunta de las «titas» («Niño,¿tú que quieres ser de mayor»?), yo siempre respondía «abogado»; claro, sin tener ni idea de lo que era eso. Siendo ya adulto, cultivando una de mis aficiones favoritas, la música, siempre me ha apasionado contemplar las inmensas vivencias interiores que transmite un director de orquesta.
– ¿Nos podría resumir su historia en la profesión? ¿Qué cambios ha ido notando?
– No es fácil «resumir» 38 años. Pero grosso modo podría decir que me precio de tener una visión bastante completa de lo que es la educación en Andalucía, ya que he pasado aproximadamente la mitad de mi vida trabajando en la enseñanza privada y la otra mitad en la pública; en pueblos y en ciudades de casi todas las provincias andaluzas; en bachillerato, primaria y secundaria; en la Universidad de Córdoba y Sevilla y algún curso de verano en universidades francesas.
Comparar sería odioso. Hemos mejorado en recursos, universalidad de la educación, igualdad de oportunidades, capacidad de comprensión, normalidad en el trato chicos-chicas, sensibilidad ante la naturaleza…
Quizás hayamos perdido algo en valores, respeto a las normas, sensibilidad ante los problemas de los demás, excesivo materialismo, consumismo, individualismo, motivación por aprender, etc.
– ¿Qué medidas piensa que se podrían tomar para mejorar el mundo de la enseñanza?
– El mundo de la enseñanza no es sino un microcosmos que refleja cómo es la sociedad en general. Y esta sociedad que nos está tocando vivir es una reacción a lo que vivieron generaciones anteriores. Se pasó de un régimen absoluto a una permisividad, quizás excesiva; de carecer de casi todo a tener o intentar tenerlo todo. De un partido único a intentar politizarlo casi todo. Son piezas nuevas que necesitan ajustarse mediante el correspondiente rodaje.
Pero sí es verdad que el mundo de la enseñanza, yo prefiero decir de la EDUCACIÓN, es algo tan serio que debería quedar al margen de todos los vaivenes políticos y modas sociales pasajeras y ser sólo el gran proyecto consensuado de los valores y conocimientos que la mayoría de una sociedad quiere transmitir a sus generaciones futuras.
Sin más acabar diciendo que durante este año, José Díaz Ballesteros ha sido nuestro profesor de francés y que hemos pasado un entretenido y ameno año, en el que aprendimos muchísimo francés. Para todos aquellos que les guste el francés o simplemente les guste que un buen profesor les de clases, José ha sido un gran maestro.
Deseamos que pase una buena y merecida jubilación después de tantos años de duro trabajo y de haber aguantado a tantos niños.
Creo que (al menos en mi caso) hay dos cosas que nos mantienen en pie en esta difícil profesión, por un lado el sentirse necesario para personas que andan formándose, como Andrés e Isabel, y por otro conocer a gente como a Pepe.
Evidentemente podemos añadir otros adjetivos a necesario en tu caso Pepe, no hay más que leer lo que cuentas tus pupilos.
Conocer a gente como tú nos ayuda a recargar las baterías, que a veces necesitan un poco déchargées. No ha hecho falta trabajar contigo mucho tiempo para conocerte y admirarte. Gracias Don José.
Me uno a Antonio en su felicitación. Aunque apenas he tenido tiempo de conocerte, hay algo que a todos nos servirá de ejemplo: en el año de tu jubilación has participado con apasionamiento e interés en dos actividades de introducción de las tic en la enseñanza. Este entusiasmo, mostrado al final de tu camino en la enseñanza, no es – estoy seguro- sino una pequeña demostración de tu modo de entender la educación en toda tu carrera.
Tus propios alumnos en su entrevista reconocen tu entrega y tu condición de memoria viva de casi cuarenta años en la educación.¡Lástima que no permanezcas con nosotros para guiarnos!
En fin, muchas gracias, Pepe, por tu ejemplo, apoyo, gentileza y entrega.
Me uno a lo dicho por mis compañeros. Ha sido un placer conocerte, Pepe, y es de admirar todos los años que has estado en esta profesión. Te lo dice alguien que a día de hoy no sabe todavía dónde andará el curso que viene, pero tu ejemplo me anima. Un fuerte abrazo, y toutes mes félicitations!!