El pasado 21 de mayo, el Departamento de Inglés de nuestro insti, llevó a cabo una visita a Minas de Riotinto y su entorno. Charo, Lourdes y Gracia, miembros del departamento acompañaron a los alumnos y alumnas de 3º. Amaneció un día nublado y fresquito, lo que vino mejor para la actividad.
Al llegar nos estaba esperando un guía de la zona con buen nivel de inglés que nos iba dando las explicaciones en dicho idioma. Es probable que el primer susto de oír el discurso en inglés mantuviera a nuestr@s alumn@s bastante calladit@s, de momento. También podría haber sido oír de boca de aquel hombre la «próspera y a la vez triste historia» del paso de los ingleses por aquellas ricas tierras. Ellos trajeron cosas buenas, aunque a la manera colonial, todo muy propio de los ingleses – bonos de economato, medicina, educación… Algo que acabó volviéndose ‘contra el amo’. Pero el amo supo, como sabe ahora, acabar con las tonterías.
Empezamos por el museo y la visita a la mina romana -una reproducción bastante lograda de la misma- y continuamos con la visita al Barrio Inglés. Allí vimos una verdadera casa victoriana, que a un@s gustó e impresionó, a otr@s les pareció la de su abuela y a otr@s les dio un mal rollo que te …
Íbamos con premura y salimos deprisita hacia nuestro autobús que nos condujo hacia la estación del tren que en tiempos cogían los mineros para sus desplazamientos a la mina y a Huelva, un tren del siglo XIX que chirriaba con ganas y cuya velocidad no daba nada de vértigo. Allí se empezaron a abrir ventanillas, pues el calorcito del mediodía así lo requería, con la sorpresa para nuestro alumnado de que se abrían hacia abajo y no hacia arriba, típico sistema inglés, que a veces se empeñan en hacer las cosas un poco al revés.
Aquí sí nos relajamos bastante. El guía en esta ocasión, un hombre bien preparado y bonachón, tenía que taparse una de sus orejas con la mano que le dejaba libre el micro, para poder concentrarse en sus explicaciones, que por cierto eran muy buenas. Debió ser que nuestros alumnos y alumnas lo confundieron con un profe y mucho caso, la verdad, no le hicieron. Lo peor es que el sistema de sonido partía del vagón que nosotr@s ocupábamos y el vagón de cola, ocupado por un grupo de abueletes marchosos y marchosas, otro ocupado por niñ@s de un cole de Sevilla y uno más ocupado por algunas personas extranjeras, oían más el tono de voz del que nuestro@s alumn@s disfrutan que las explicaciones de aquel esforzado guía.
Tras el paseo en el tren, almuerzo! Que ya iba siendo hora. Y por fin Corte Atalaya. Un enorme socavón al final de uno de los túneles de la antigua mina. La visión es espectacular: enorme terraplén al fondo con tierras que caen como en cascadas de colores rojizos y abajo un enorme lago de agua más rojiza aún. Ya han estado por aquí los americanos de la NASA haciendo pruebas. Parece ser que el color rojizo del Río Tinto, que desde siempre se creyó venía dado por la cantidad de minerales disueltos en sus aguas, lo producen unas bacterias come piedras, que con sus defecaciones imprimen ese color a la misma. Ya los americanos han visto que tiene la cosa algunas coincidencias con el planeta Marte y andan buscando experimentos y pruebas para los robots que piensan mandar allí, pues están estudiando si los materiales con los que están construyendo dichos robots aguantarán el enorme poder corrosivo que tienen las aguas de nuestro río y de su Marte. No sabemos si a la postre, esto será bueno o malo.
Lo que sí sabíamos es que era ya la hora de marcharse, y aunque cansad@s tod@s nos quedamos con ganas de un poquito más. Veremos el año próximo.
Departamento de Inglés
¡Qué bien se lee la crónica del viaje! Ya conocía el itinerario, pero lo he disfrutado mucho más con estas amenas y suculentas palabras.
¿Me admitís para el próximo año? ¿Tengo que aprender inglés para entonces?
¡Enhorabuena al Departamento de Inglés!
Me sumo a la felicitación. He disfrutado con la crónica de la excursión; he vuelto a vivir la entrada en el túnel que conduce al socavón con el agua rojiza. Además, las referencias a los ingleses y a los americanos le dan un punto de humor, que se agradece.