Aunque el descriptor «2.0» sea polisémico, me parece conveniente reproducir aquí algunos párrafos del sugerente artículo de Robert. J. Elliot Assessment 2.0. Las citas corresponden a la traducción española realizada por Concepción Abraira en su blog, lugar donde he conocido este artículo.
Este artículo sugiere una forma de modernizar la evaluación. El sistema modernizado abarcará la Internet y, más concretamente, la Web 2.0, en particular las cuatro “grandes ideas” descritas anteriormente. Su objetivo es llevar el siglo 21 al aula de examen. Trata de hacer esto pero no “modernizando” o “parcheando” la e-evaluación (a través de simulaciones o máquinas de calificación u otro tipo de “componendas”), que pueden considerarse como evaluación 1.6 o 1.7, sino con las mismas herramientas y técnicas que usan los estudiantes en casa y que utilizamos en el lugar de trabajo.
El tipo de actividad de evaluación que mejor se adapta al aprendiz contemporáneo debería mostrar alguna o todas de las siguientes características.
Auténtica: involucrando el conocimiento y habilidades del mundo real.
Personalizada: adaptada al conocimiento, habilidades e intereses de cada estudiante.
Negociada: convenida entre el aprendiz y el profesor.
Atractiva: involucrando los intereses personales del estudiante.
Reconocer las competencias existentes: pretendiendo acreditar el trabajo realizado por el estudiante.
Profunda: evaluando el conocimiento, no la memorización.
Orientada al problema: tareas originales que requieren una auténtica habilidad para resolver problemas.
Generada colaborativamente: realizada en colaboración con otros estudiantes.
Evaluación por pares y autoevaluación: incluyendo la autoreflexión y la revisión por pares.
Respaldada por herramientas: estimulando el uso de TICs.
La evaluación personalizada no es un imperativo de la evaluación individualizada (fijar una única tarea para cada estudiante). El profesor puede seguir estableciendo parámetros amplios de evaluación de la actividad, sin embargo, puede haber flexibilidad en términos de tiempo, lugar, contenidos, contexto y propósito. En niveles más avanzados, los aprendices podrán proponer criterios de evaluación adicionales (que correspondan con su actividad de evaluación específica) y también puede haber un elemento de autoevaluación y de evaluación de pares permitidos por la rúbrica.
El tipo de prueba que mejor se adapta a esta forma de evaluación debería:
tener lugar de forma natural: ya existente o generada fuera del interés personal.
multimedia: existente en formato de texto, audio y vídeo.
digital: tal como correo electrónico, logs de mensajes instantáneos, entradas del blog, contribuciones en wiki, grabaciones de audio y vídeo.
distribuida: pueden difundirse a través de diversas fuentes (tales como sitios Web, blogs, bandeja de entrada, iPod).
Así, sería posible un aprendizaje funcional que derribara la frontera educación/vida cotidiana del alumno, ya que
en lugar de tareas artificiales que impliquen prácticas “antiguas” (tal como la escritura a mano o el uso de la biblioteca), la evaluación podría ofrecer retos reales utilizando herramientas reales, las mismas herramientas que utilizan actualmente fuera de clase y usarán en el lugar de trabajo.
Creo que debemos ensayar y practicar este tipo de evaluación (novedosa y complicada). De lo contrario, puede sucedernos lo que refleja -y ocurre, a menudo en el aula- la viñeta: el alumno no nos escucha sino que está chateando o viendo algún vídeo en Youtube.
¿No os sorprende que uno de los momentos de máxima concentración e interés de los alumnos en el instituto se produzca cuando se reúnen varios alrededor de un ordenador para compartir lo que otro ha descubierto en algún sitio de Internet? ¿No tienen lugar estos «descubrimientos compartidos» en el breve intervalo del cambio de clase, esto es, fuera del período de clase, de enseñanza formal? ¿No os parece que cuando llegamos al aula en ese instante, hemos interrumpido un verdadero proceso de transmisión de conocimiento y aprendizaje?