Ayer, un espacio habitual del centro, las escaleras de acceso a las plantas superiores, se transmutaron. Por iniciativa del grupo de Coeducación del centro se convirtieron en pasos, escalones para la memoria y la denuncia: pretendían dar testimonio, dejar constancia del siempre elevado número de mujeres- de muy distintas edades- que han sido víctimas mortales de la violencia por su naturaleza de mujeres, practicada por tan viles seres que pierden, por su conducta, la condición no sólo de varones, sino de humanos.
Este simple, pero, como sucede habitualmente, también eficaz proyecto del grupo de Coeducación logró su objetivo: consiguió, situándolo ante nuestros ojos y pies, que esta lacra esté presente en nuestra conciencia. Todos- tal como se observa en el vídeo preparado por Antonio- tratamos de evitar pisar para no olvidar, como muestra de respeto, estos nombres escritos en blanco sobre negro en nuestros cotidianos escalones.
¡Ojalá no sea necesario volver a golpear las conciencias el próximo año!
(Joaquín Mesa)
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