En El País de hoy las páginas centrales están ocupadas por un interesante reportaje sobre educación, que se acompaña en la edición digital del informe sobre abandono escolar prematuro en 2007 realizado por el Instituto de Evaluación, del que proceden los datos del reportaje. De éste último me permito extraer algunos párrafos:
El abandono escolar ya pasa factura
ELISA SILIÓ 04/10/2008
El abandono escolar, una opción que se hizo fácil en la España del turismo y la construcción, empieza a pasar factura. El trabajo ya escasea, y los jóvenes se encuentran ahora sin empleo, y además sin cualificación.
Los datos se despachan rápido: El 31% de los adolescentes en España no aprueban la ESO. El otro 69% continúa, pero un 28% de ellos no conseguirá un título de bachillerato o FP de grado medio, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La tasa de los que abandonan en esa etapa es más dramática en hombres (35,8%) que en mujeres (23,8%), y en total dobla la media europea. Sólo Portugal y Malta están por detrás de España.
Los datos en Andalucía son aun peores: el porcentaje es del 36,8 %, pero gracias a las chicas, ya que los varones abandonan en un 43,4 % por un 30,1% de las mujeres. Por cierto, esta desigualdad en favor de las chicas hace tiempo que la percibimos en las aulas. Creo que es evidente, a medio plazo, la decadencia, el declive- y final caída- del imperio del varón. Como ya afirmó Marco Ferreri, el futuro es mujer.
Por miedo al paro o a perder oportunidades, este curso los adultos están volviendo a clase: 138.000 adultos están estudiando en busca del graduado escolar. Son 22.500 más que hace cuatro años. 11.500 quieren entrar en la Universidad (2.000 más); 14.000 quieren hacer las pruebas de acceso para la FP superior (el doble ahora). Además, 35.000 (15.000 más que entonces) asisten a talleres.
Nuestro centro es buena prueba del interés de los adultos por regresar a las aulas. En el nuevo curso de preparación a la prueba de acceso de grado superior se han registrado 68 solicitudes, lo que ha obligado a que 38 alumnos se queden sin plaza.
«Un primer tema es el valor otorgado a la educación. Si la sociedad, las familias y las empresas no transmiten a los jóvenes que estudian el mensaje de que van a poder acceder a un mejor trabajo y que les admiramos, vamos mal. Y tiene que haber una repercusión por este esfuerzo con un mejor salario y un trabajo acorde a lo estudiado», prosigue Ferrer, convencido de que el fracaso se inicia en primaria. […]
El beneficio por permanecer más tiempo en el sistema educativo no se hace patente hasta que se completan los estudios superiores. Esto provoca un escalón demasiado alto para los que cuentan con menos recursos. Aunque las diferencias salariales se están acortando. En 1997 alguien que sólo tenía el graduado escolar ganaba un 73% menos que un licenciado. Nueve años después les separa un 47%. En Estados Unidos o Reino Unido el sueldo es el doble.
El esfuerzo, el sacrificio, el trabajo continuado… que exige continuar con los estudios- parece claro- han de tener una recompensa (social y económica).
«Los padres apenas ven a sus hijos. Y el poco tiempo que los ven no lo pasan haciendo un seguimiento de sus deberes, sino viendo la televisión», se lamenta Montserrat Casas, rectora de la Universidad de Baleares. Se calcula que 150.000 niños entre 6 y 14 años sufren incomunicación extrema en el hogar.
También se observa desde hace años esta situación en los centros: nuestros alumnos no son tutelados ni vigilados por sus padres, porque ambos están trabajando. ¿Cuándo será posible conciliar la vida familiar y la laboral?
Además de interesante, los datos me han parecido terribles. ¡Qué gran diferencia de nuestro país respecto a la mayoría de los países europeos, exceptuando los aún más dramáticos de Portugal y Malta!
Hoy domingo vuelve el mismo diario a publicar otro reportaje («Cuando la educación suspende»)sobre la situación de nuestro sistema educativo. Podéis verlo en este enlace:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/educacion/suspende/elpepisoc/20081005elpepisoc_3/Tes
El interés de los adultos, que no concluyeron sus estudios, por regresar a las aulas, lo ponen de manifiesto el reportaje de El País, con los datos que aporta a nivel nacional, y las preinscripciones, en nuestro propio centro, para el curso de preparación de las Pruebas de Acceso a los Ciclos Superiores. Sin duda, estos adultos han percibido tarde la necesidad de los estudios para insertarse en le mercado laboral. Se trata entonces, de que perciban esta necesidad en el momento adecuado, es decir, cuando cursan la ESO o el Bachillerato. Pero, en concreto, la educación secundaria no está planteada para este fin, de hecho, el alumnado menos motivado por los estudios –ese 31% que en España no aprueba la ESO, Que se amplía a un 36,8% en nuestra comunidad autónoma- no le ve ningún sentido a permanecer en los centros de enseñanza. Y tengo dudas sobre que la administración educativa haya hecho lo suficiente para corregir esta situación. Quizá los PCPI (Programas de Cualificación Profesional Inicial), una nueva enseñanza dirigida a favorecer la inserción social, educativa y laboral de los jóvenes mayores de 16 años, que no disponen del título de la ESO, apuntan en la dirección adecuada; quizá las medidas deberían tomarse antes y recuperar, por ejemplo, los itinerarios de la Ley de Calidad que tantas ampollas levantaron en los sectores más progresistas de la sociedad. No me refiero a recuperarlos tal cual, sino a reflexionar sobre la idea de que no todos los alumnos tienen los mismos intereses, no todos piensan hacer una carrera universitaria, ni siquiera cursar el Bachillerato. Y a esos alumnos, que no acaban la ESO, y a los que se refiere el reportaje de El País, debemos darles una alternativa; debemos ayudarles a encontrar un sentido a la enseñanza obligatoria.