Discurso de Matías

“Pasan lentos los días
y muchas veces estuvimos solos.
Pero luego hay momentos felices
Para dejarse ser en amistad.”

Hay dos ideas en estos versos de Jaime Gil de Biedma, que definen los cuatro años que hemos pasado juntos: el transcurso del tiempo y la amistad.

Si volvemos la vista atrás, podríamos decir con el poeta:

Mirad, somos nosotros,
profesores y alumnos,
que al amor de las clases,
encendíamos las palabras
para llegar no solo al conocimiento
sino también al compañerismo y la amistad;
somos nosotros
enraizados en mundo,
sarmentosos de historia acumulada.

En efecto, el contacto diario, las conversaciones, las miradas, los gestos, han tenido la virtud de crear vínculos, que el paso de los años no ha hecho sino fortalecer.

Para los profesores no habrá mayor satisfacción que, pasado el tiempo, nos crucemos con alguno de vosotros y nos saludéis, pues será señal de que os acordáis de nosotros y de que alguna huella os hemos dejado. Será nuestra mayor recompensa; la confirmación de que hicimos un buen trabajo.

Permitidme algunos consejos, en este día tan especial, para vosotros:

  • Sed educados y respetuosos con el diferente, y tratad siempre a las personas con las que os crucéis en vuestra vida como os gustaría que os trataran a vosotros.
  • Dominad vuestros instintos, que en ocasiones llevan al grito y a la irracionalidad.
  • Utilizad el lenguaje –ahora que tenéis conocimiento para ello-, según el contexto donde os encontréis, pues si bien una palabra malsonante os puede desahogar, cuando os encontréis con la familia o los amigos, en otras situaciones, es preferible abstenerse de utilizarlas y recurrir al eufemismo.
  • Y estad siempre con los sentidos alerta, pues la belleza, como también el dolor y la injusticia, están a vuestro alrededor, aunque en ocasiones no os deis cuenta: un amanecer en el barrio de Fátima, el discurrir tranquilo del arroyo Pedroche o del Guadalquivir, el oleaje multicolor de la campiña cordobesa, la canción o el libro que os gusta, y también una mano implorante junto a un semáforo o la tristeza infinita de la persona desahuciada.

Pero hoy estamos juntos en esta etapa del camino que iniciasteis hace cuatro años. Si importante es que hayáis logrado la graduación en Enseñanza Secundaria, más importante aún han sido las vivencias que habéis experimentado, durante este tiempo.

Como Juan Ramón Jiménez a Platero, cuando ganó a las niñas la carrera hasta las violetas, os pongo simbólicamente esta corona de perejil sobre vuestras cabezas. Interpretadlo como un honor fugaz y máximo. Fugaz, porque habrá momentos en un futuro para nuevos honores; y máximo, porque en la Antigua Grecia el perejil estaba considerado como una planta sagrada que simbolizaba el triunfo.

Quiero acabar estas palabras, en nombre del profesorado, con la adaptación de unos versos que el cantautor Lluís Llach dedicó al público que le había escuchado durante años, transmitiéndole la fuerza necesaria para seguir cantando.

En el acto de enseñar a unos alumnos, como en el de cantar ante un público, se produce una comunicación, un intercambio de sentimientos e información, a través del gesto y la palabra.

Dice así:

Cómo podría decíroslo
para que me fuese sencillo, para que fuese verdad,
que a menudo me sé tan cerca de vosotros,
que a menudo os sé tan cerca de mí,
y pienso que nunca me atreví a deciros siquiera,
que debería agradeceros todo el tiempo
que juntos hemos caminado,
en alegría juntos, en pena juntos…

Muchas gracias por escucharme y enhorabuena por vuestra graduación.

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