A BENITO VAQUERO, COMPAÑERO DEL ALMA
Que te acompañen
tus heroínas y héroes
preferidos de la Historia.
Que te aconsejen
los sabios y filósofos
leídos por tí
a lo largo de todos
tus días.
Que te cobijen
los buenos recuerdos
de alumnos y alumnas
que echarán de menos
la savia fructífera
de tu hermoso trabajo.
Que te animen
los saludos alados
y ternura infinita con que
sus labios te dicen
cuanto aprendieron
en estos años.
Que te aliente
el calor de todos
los que te quieren,
los que te apoyan siempre
o en tus momentos bajos.
Que te emocionen
las palabras sencillas,
las miradas directas,
las manos tendidas,
las sonrisas sinceras,
los sentimientos claros,
un cielo con luna,
las ventanas abiertas,
la amistad que perdura…
Que te alimenten
el alma
los años vividos,
los pensamientos altos,
los amores perdidos,
los silencios necesarios,
los deseos venideros
o la luz intermitente
que alumbra
una senectud plena.
Que te iluminen
todas las señales
que dicen
que ahora te corresponde
un tiempo nuevo.
Y un día llegarás al mar,
compañero,
como un vigoroso estuario
o un sosegado delta
que ha sedimentado
en extensas llanuras
cargadas de eternidad.