Discurso de Miguel Osuna

Querido amigo Matias, care et rare, amice, caro y escaso:

Con esto podría dar por terminadas mis palabras para ti. Me han dicho que sea breve y esto sería suficiente. Pero explicaré un poco esta afirmación.

En este tipo de actos se corre el riesgo de adular en exceso al homenajeado. En este caso no sería un riesgo porque todo lo que diga o no diga quedará corto.

Te he dicho caro y escaso. Todo lo que se quiere bien es caro y llega a ser escaso. Muy pocos amigos son tan queridos. Algunos de ellos están aquí. Pero eres el único con el que he compartido casi toda mi vida profesional, casi treinta años. Ocho de ellos compartiendo la responsabilidad de dirigir este centro que ahora dejas. Y no recuerdo ni un solo día que haya discutido contigo (los habrá habido, pero no los recuerdo) y no estoy seguro de que yo no haya puesto los medios para discrepar.  Tú siempre has sabido “soportarme” y creo que de eso nos hemos beneficiado nosotros dos, pero también nuestros alumnos y los dos centros donde hemos estado juntos, el Manuel Reina y El Gran Capitán.

Eres un hombre bueno,  homo bonus en el sentido latino,  bueno y honrado. Tú tambien te vas, como me decías a mí hace un año, “ligero de equipaje” porque en ese equipaje solo queda la bondad que has tenido con tus alumnos y tus compañeros. Porque un hombre bueno es el que lo es para con todos. Ese es el sentido de la “humanitas”, las humanidades que tanto nos han dado y que tú en tus clases has transmitido.

Y mira tú por donde siempre nos han criticado como “rojos”, “ de izquierdas”,  los que en sus homilías nos decían sin convicción alguna “ que seas bueno”, “no hagas esto, haz lo otro” , esos que siempre rezaban para recibir algo a cambio, el “do ut des” cristiano. Tú siempre has dado sin esperar nada a cambio.  Afirmo esto porque yo lo he sentido en mis carnes. En mis momentos peores, no solo profesionales sino especialmente en los personales. Siempre te he sentido cerca y siempre estarás cerca. Esa es la carga que te doy a cambio de tu bondad.

De lo que has sido para este centro que hablen otros, aunque creo que no hace mucha falta. Es de sobra conocido y apreciado.

Solo deseo ahora una cosa, que disfrutes muchos años, tantos como los que has trabajado, con mis también queridos tus hijos Elena y Pablo, y lo que venga, con Bela y, siendo muy egoísta, que aún quepa yo en tu vida algunos de esos años. Porque creo, como Séneca decía a su amigo Lucilio, que  Amicitia semper prodest, amor aliquando etiam nocet, «La amistad siempre es provechosa, el amor, a veces, incluso hiere”.  Después de escribir esto, nos hemos enterado de la perdida de una amiga y compañera común, Victoria Mena, que no ha podido disfrutar de su jubilación y que también era una mujer buena y honrada, la tendremos siempre en el recuerdo.

Ave atque vale

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